A las tres de la mañana.
En vela.
A las cinco de la mañana.
En vela.
A las siete de la mañana.
En vela.
Son estos los ratos que
disfruto.
La ciudad plácidamente
dormida.
Sin sonidos. Sin luz. Sin
reproches. Sin presiones.
Sola con mi mente,
aprovechando el limbo que
mi cuerpo crea de forma subsconsciente.
SND
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