venres, outubro 16

De Tabaqueria

“El sábado pasado, de madrugada, se produjo un accidente de tráfico en la carretera nacional que une las capitales de Toledo y Ciudad Real, en el que murió una persona. En el coche viajaba una pareja de mediana edad  lo que más extrañó a la guardia civil es que el accidente ocurrió en una vía donde apenas hay tráfico y en una recta. El hombre falleció poco después de llegar al hospital y la mujer se debate entre la vida y la muerte; la policía espera que se recupere pronto para poder aclarar las circunstancias del suceso.”




Aún se preguntaba, ocurrió? Se planteaba si podía ser real, si lo sucedido se encontraba entre los límites de lo concebible, de lo posible, si las leyes de la física podían dar cuenta de ello.
Todo apuntaba a que sí, todo indicaba que no.
Escuchaba un respirador artificial. Sin embargo, solo su oreja izquierda  lo podía apreciar.
Cada herida constituida por cada porción de luna quebrantada por aquel reno azul, le quemaba. Ardía.
Aún así, apenas sentía su cuerpo.
He muerto?
De repente, percibía el cómo de sus millones de neuronas representan hasta el mínimo detalle del dolor que sus nervios habían procesado. Existía la sensación y el reno azul.
Un dedo, el otro, silencio; un dedo,  dos dedos, silencio. El movimiento de sus manos reproducía entrecortadamente una serie de  compases irregulares de una sinfonía caprichosa.
Presa del pánico, se preguntaba:
Puedo ver?
-Sólo un reno azul.
De nuevo la incertidumbre acechaba, la ansiedad se adueñaba de sus pensamientos
Que
                                    Brincan caóticos
            Sin orden

Sin un porqué, sin un entender. Le da un vuelco el corazón parado Emite un grito mudo y cae.



Al fin, se deja caer.



Él, una carretera. Un reno azul, reiterativo, y una luna rota en pedazos.


Alicia Piñeiro

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